sábado, 17 de febrero de 2007

Agua: ¿escasez o abundancia en el municipio de Allende?

Más de 10 millones de mexicanos no tienen servicio de agua potable y más de 14 millones no cuentan con servicio de alcantarillado, ubicándose principalmente en la zona rural, en las ciudades más pequeñas y en las zonas periféricas de las áreas metropolitanas. Casi 5 millones de ellos viven en comunidades predominantemente indígenas y de alta marginación, situación que se relaciona con las disparidades regionales, la pobreza y los índices de salubridad.[1]

La mayoría de los organismos operadores del servicio público presentan deficiencias administrativas, financieras y operativas, lo que provoca altos niveles de agua no contabilizada y baja recaudación, así como, costos de operación que, en general, no cubren los costos de prestar el servicio y un rango de tarifas a nivel nacional muy variable.

La disponibilidad del recurso hídrico depende de la precipitación que está desigualmente distribuida y estacionalmente concentrada. Más del 80% se usa en la agricultura. Hay una fuerte contradicción en el sector de agua potable y saneamiento, ya que los organismos operadores son los principales “usuarios” del agua ya que extraen importantes volúmenes de fuentes superficiales y subterráneas y a la vez descargan una gran cantidad de aguas residuales, tratadas o no, a esos mismos cuerpos de agua.

De los 653 acuíferos con que cuenta el país, se estima que 104 están siendo sobre explotados. Algunos cuerpos de agua superficiales están siendo utilizados por encima de su capacidad, principalmente para actividades agrícolas. A esto se agrega que muchos de éstos se encuentran contaminados con descargas de aguas residuales domésticas e industriales sin el debido tratamiento previo. CONAGUA estima que solo se da tratamiento al 35% de las aguas residuales generadas y recolectadas en el país.

Guanajuato es el estado de la República Mexicana que encabeza la lista con el mayor número de acuíferos sobreexplotados, entre los que destaca el acuífero de la Cuenca de la Independencia. Es una cuenca con una altura mayor que los sistemas acuíferos vecinos por lo que la recarga de la cuenca queda limitada prácticamente a lo que pueda captar de la precipitación directa sobre ella, donde una de las regiones de mayor explotación es San Miguel de Allende.[2] La agricultura utiliza 85% del agua que se extrae del acuífero granular de origen lacustre.

La ciudad de San Miguel de Allende fue un centro urbano colonial importante con una economía basada en la producción agropecuaria, industrial y artesanal que dependía de la abundancia de agua que fluía de numerosos manantiales y arroyos permanentes que se originaban en la parte alta de la ciudad hacia el oriente.

Los Manantiales ubicados en la Cañada del Atascadero se fueron secando a partir de que inicia en los años 60 la perforación de pozos para satisfacer el crecimiento de la Ciudad. En 1993 se secó el Chorro, manantial que durante más de 450 años abasteció a la ciudad de agua para uso doméstico y para regar sus productivas milpas y huertas. Desde entonces, el proceso de explotación del acuífero de San Miguel ha seguido a pesar de los innumerables estudios sobre su situación crítica y vedas a la perforación de pozos.

Según el Ing. Jaramillo Director del SAPASMA, el consumo de agua actualmente está muy por debajo de la capacidad de los pozos que la surten, por lo que se justifican las factibilidades de agua que SAPASMA viene otorgando en el último y que tanto preocupan a la ciudadanía. No obstante, el acuífero del Río Laja presenta un déficit de 110 millones de m3 de recarga, con un descenso de entre 1 y 1.5 metros de su volumen al año, y el Acuífero de San Miguel un déficit de 10 millones de m3.

La ciudad cuenta con 15 pozos que actualmente administra el SAPASMA con una capacidad anual de más de 9 millones de m3 que se incrementará a 10 millones y medio con la incorporación al sistema de 5 pozos más en los próximos dos años. Las 10 000 tomas de agua que existían en 1995 en la ciudad se han incrementado en los últimos 10 años a 21 432, con lo que estaría cubierto más del 90% de las necesidades de este servicio. En relación al alcantarillado, dijo que con la ampliación del colector de aguas residuales a 16.3 Km., prácticamente toda las aguas negras de la ciudad están entubadas.

Expuso que hay un problema de distribución del agua en la ciudad ya que en la parte baja hay mucha y en la alta menos. Que se pretende potabilizar el agua de la Presa Allende para asegurar el servicio a futuro, aunque existen dos focos rojos de contaminación de la presa, la fábrica de quesos La Esmeralda y el rastro municipal. En cuanto a la contaminación del agua de los pozos mencionó que no es grave y que la planta de tratamiento de agua de SMA está diseñada con la más alta tecnología que su capacidad máxima de tratamiento es de 240 litros por segundo pero que se está empleando a la mitad.

Sin embargo, la situación del agua en el municipio no puede ser vista a la luz de lo que ocurre en la cabecera municipal, aún dando crédito a lo expuesto por el Ing. Jaramillo, ya que el municipio está conformado además por 539 comunidades rurales (68 500 habitantes), cuyo acceso a los servicios de agua potable y alcantarillado dista mucho de lo ocurre en la ciudad.

Sabemos que hay muchas comunidades que no cuentan con estos servicios y colonias en la propia ciudad que tampoco los tienen, que presentan altos índices de marginalidad como se menciona en el diagnóstico nacional y que justamente representan el déficit de cobertura del SAPASMA, cuyo porcentaje no pudo precisar.

El director del SAPASMA, no dio a conocer la suma total de las tomas aprobadas en el último año, cuántas de ellas se ubican donde menos agua hay, cuánta agua se planea bombear de la parte baja y a qué costo. Más aún, cuántas tomas se sumarán a éstas dada la cantidad de proyectos residenciales que faltan de aprobar y cuyos permisos están en proceso y el impacto que tendrán la configuración urbana de todo el municipio.

Tampoco mencionó que la aprobación de la mayor parte de los fraccionamientos tanto en la zona urbana como fuera de ella (vasta ver la carretera a Dolores) se hizo durante su corta administración como presidente interino, lo que implicó un exceso de cambios de uso de suelo, en detrimento de zonas de reserva ecológica, de zonas verdes, de zonas de recarga de los acuíferos, de tala de árboles, entre otros muchos efectos.

Que todo esto llevó a elaborar un Plan de Ordenamiento Territorial a 25 años que justificara esos cambios de uso de suelo y fuera aprobado el 10 de octubre, justo el día de la toma de posesión del actual presidente municipal y su cabildo.

No hizo hincapié en los niveles de contaminación que presenta el agua “potable” ni los riesgos que representa para la salud pública del municipio, menos aún el impacto que tendrá el cambio de ubicación del Rastro Municipal a la parte alta de la ciudad. Tampoco informó de la cantidad de litros que se desperdician a causa de una infraestructura obsoleta a la que no se ha dado mantenimiento en años y el impacto sobre el acuífero de la perforación de los nuevos pozos.

Desconocemos, también, las razones por las que la planta de tratamiento de aguas residuales, actualmente a media capacidad de uso, no se planeó para tratar las del Rastro Municipal, foco importante de contaminación de la parte baja de la ciudad y de la Presa Allende, lo que representa un contrasentido a la inversión en una planta potabilizadora de las aguas de esa presa, que estima costará 60 millones de pesos.

Más aún, después de visitar la Planta de Tratamiento, queda claro que no se está tratando toda el agua que se capta por los colectores municipales, que todavía hay partes de la ciudad, no especificadas, cuyo drenaje se vierte a los arroyos; que existe un flujo importante de agua a la que no se da cabida en la planta de tratamiento y que se desvía para uso agrícola. Que la contaminación del agua que produce la Esmeralda está “fuera de la competencia” del SAPASMA y que tiene una planta de tratamiento que no funciona al igual que la del Nigromante.

De acuerdo con la información publicada en el Correo del 11 de febrero, el gobierno de San Miguel de Allende gestionará ante la Comisión Nacional del Agua (Conagua), una concesión de siete millones de metros cúbicos de agua de la Presa Ignacio Allende para surtir durante 25 años a la ciudad de San Miguel.

“La idea es aprovechar la cercanía de la Presa Allende, conducir el agua hasta una potabilizadora y usarla para el uso público urbano de unas 60 mil personas”, informó el director del SAPASMA, Juan Antonio Jaramillo Villalobos.

De ser viable el proyecto, “se buscará un acercamiento con los agricultores del Distrito de Riego 085 para plantearles un proyecto que logre eficientar el uso del agua y con los ahorros que tengan lograr que CONAGUA otorgue una concesión de siete millones de metros cúbicos al SAPASMA”.

”Cada año ingresan alrededor de 140 millones de metros cúbicos de agua a la Presa Ignacio Allende y el municipio solo buscaría una concesión de siete millones de metros cúbicos anuales suficientes para dotar de agua a la población de la zona urbana”, explicó el titular del SAPASMA.

Sin embargo, declaraciones del Secretario de los Productores Agrícolas del Distrito de Riego 085, Valentín Presa Casas, publicadas en el Sol de Bajío el 14 de febrero, indican que “no tendrán agua para el ciclo agrícola primavera-verano ya que la presa Allende apenas captó este año menos de 151 millones de metros cúbicos de una capacidad de 355 millones de metros cúbicos”.

Afirmó que la situación del agua es crítica pues en este año llovió la mitad y que para los cultivos de esta temporada como el maíz, sorgo y cebada no habrá agua suficiente. “Que para el ciclo otoño invierno se logró, difícilmente, conseguir que la CONAGUA otorgara los cuatro riegos que se requieren a fin de sacar la siembra de trigo y alfalfa, pero con el uso de esta agua, la presa Ignacio Allende quedará sin capacidad para cubrir el agua el próximo ciclo.”

“Vivimos con la incertidumbre de que se cuente o no con agua para el próximo ciclo y estamos con el temor de que no se siembre” concluyó. Por lo tanto, la opción del uso del agua de la Presa Allende no es tan viable.

En resumen, el problema del agua en el municipio es más complejo que el del agua potable y el drenaje en San Miguel y, por lo tanto, tiene que ver con una visión sustentable del desarrollo del municipio, de equidad y cobertura en la provisión de bienes y servicios a toda la población, con la salud pública, con la contaminación y explotación de los acuíferos, con la desertificación del suelo agrícola. pero, sobre todo, con una planeación responsable y profesional del futuro del municipio que considere la calidad de vida de todos sus habitantes como el eje central.

"Basta Ya a la Destrucción de San Miguel"

[1] “Agua potable y saneamiento: en busca de mayor cobertura, eficiencia, equidad y sostenibilidad”, BID, División de Recursos Naturales y Medio Ambiente, Septiembre 2006, preparado por Camilo Garzón.
[2] IV Seminario Taller. Protección de Acuíferos frente a la Contaminación. Protección del Agua, Lima, Perú, 2004. Ponencia “Alternativas de gestión sustentable de los recursos hídricos en un acuífero sometido a sobreexplotación, Cuenta de la Independecia, Guanajuato, México”, Mahlknecht, J. et. al. , Facultad de Ingeniería en Geomática e Hidráulica, Universidad de Guanajuato. 2004.

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