domingo, 8 de abril de 2007

Los riesgos de un planeta urbano

Los desastres naturales suponen unos 270 millones de afectados al año, un 50% más que en la década de 1980.


Sábado | 07.04.2007

Por: Antonio Cerrillo (Barcelona)

El crecimiento demográfico, el desarrollo urbanístico desequilibrado, la degradación ambiental y el cambio climático están haciendo que el número de personas afectadas por las catástrofes naturales haya aumentado de manera notable en los últimos 20 años.

A finales de la década de 1980, cada año resultaban afectadas por catástrofes naturales unos 177 millones de personas (la población equivalente a Indonesia).

Sin embargo, desde el año 2001, esta media se ha situado en 270 millones, lo que supone un incremento del 50%.

Así lo señala El estado del mundo 2007, el informe sobre la salud del planeta que anualmente elabora el Worldwatch Institute de Washington.

Más población urbana que rural

Muchas catástrofes tienen su raíz en una urbanización sin control. Hace un siglo, la mayor parte del planeta vivía en zonas rurales, mientras que el próximo año las zonas urbanas tendrán ya más población que las áreas rurales.

Las ciudades han pasado de 732 millones en 1950 a 3 mil 200 en el año 2006. Asia y África (con un 40% y un 38% de población urbana) duplicarán sus poblaciones urbanas y llegarán a los 3 mil 400 millones en el 2030.

El drama es que de 60 millones de personas se incorporan cada año a ciudades que crecen demasiado de prisa y a sus barrios periféricos, sobre todo en asentamientos pobres en países en desarrollo.

Y eso pasa cuando mil millones de habitantes viven en suburbios sin servicios básicos: agua potable, saneamiento o vivienda.

Pobreza económica, gobiernos deficientes, mala planificación urbana y edificación inadecuada son el caldo de cultivo para muchas catástrofes.

No son, pues, siniestras casualidades, sino la consecuencia de la falta de políticas para prevenir los riesgos existentes.

Zonas sísmicas, bajo el volcán

El emplazamiento suele ser clave.
Ocho de las diez ciudades más pobladas del mundo se han situado sobre fallas sísmicas o cerca de alguna de ellas, mientras que seis de cada diez son vulnerables a olas gigantescas.

Hay urbes situadas cerca de volcanes, o siguiendo líneas costeras “que quedarán expuestas al aumento del nivel del mar a raíz del cambio climático”.

La arquitectura de muchos suburbios la dibujan un amasijo de materiales inflamables y es frecuente que las grandes ciudades en países en desarrollo linden con conducciones peligrosas, desagües de aguas residuales y vertederos de residuos tóxicos.

En tanto, el hombre agrava los efectos de vivir bajo el volcán. La tala de manglares en Sri Lanka agravó la fuerza de las olas en el tsunami del Índico en el año 2004.

El efecto de isla de calor en Nueva York en verano dispara la demanda de aire acondicionado y desencadena más producción eléctrica y más contaminación (con el corolario de muertes y enfermedades causadas por los golpes de calor).

Menos del 3% de las familias de los países de renta baja y media tiene seguros contra estas catástrofes naturales.

Ejemplos para estabilizar el clima

Las ciudades cubren solo un 0.4% de la Tierra, pero producen la mayor parte de los gases invernadero, señala el informe, que repasa algunas soluciones (planificación, sistemas de alerta, gestión de catástrofes) y algunos de los mejores ejemplos de un desarrollo urbano racional.

Malmö, en Suecia, por ejemplo, ha diseñado un nuevo barrio pensando en conseguir un 100% de la energía de fuentes renovables; y en su edificio más relevante, el Turning Torso (de Santiago Calatrava), los pisos tienen aparatos para triturar la basura orgánica, que se recoge para producir el biogas usado en cocinas y vehículos.

En Rizhao, una ciudad costera al norte de China, el 99% de las viviendas de los barrios del centro utilizan captadores solares térmicos para tener agua caliente, mientras que el alumbrado de calles y parques funciona con células solares.

Así, se ha reducido el consumo de carbón y se ha mejorado el entorno de la ciudad. No es poco, pues China tiene 16 de las 20 ciudades más contaminadas del planeta.

Mientras tanto, Curitiba (Brasil) sigue siendo un ejemplo de fomento del transporte público, con sus autobuses atravesando los carriles centrales de sus grandes arterias, y sus grandes zonas verdes. Y en Estados Unidos 150 ciudades han firmado un acuerdo para la protección del clima. Son ejemplos de cómo se puede prevenir la catástrofe.

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